Igual
que hice el año pasado comparto un microcuento con el que participé
en un certamen relacionado con las picotas del valle del Jerte, y
dado que esta vez tampoco he tenido suerte os lo dejo para que podáis
leerlo. Espero que estáis disfrutando de las vacaciones, y que este
relato os trasporte a vuestra niñez. Saludos =)
Aquel delicioso olor se adentró en sus fosas nasales, evocándole
emociones de su niñez. En su mente le vino la imagen de su abuela.
Se preguntó de dónde procedía aquel aroma. Sigiloso entró en la
cocina de aquel hotel. Lo que vio le dejó asombrado, cajas llenas de
picotas del Jerte, los colores rojos intensos le recordaron cuando de
niño al verlas se imaginaba que eran cofres piratas llenos de
rubíes. Sin poder evitarlo miró precavidamente alrededor y robó un
puñado de picotas, como si estuviese en casa de sus abuelos y fuera
de nuevo un crío travieso. Al degustar la dulce y crujiente fruta,
se deleitó viajando al pasado gracias aquel sabor: rememoró los
paseos por el valle de cerezos en flor, las largas tardes de juegos
junto a sus primos y los cuentos que su abuela les narraba con
ternura. Una lagrima cayó por su rostro, sin duda alguna si su
infancia tuviera un sabor sería aquel, el de las Picotas del Jerte.
Cual niño decidió salir de la cocina para que no le pillasen, no
fuera a ser que alguien apareciese y le riñera por comerse las
picotas a escondidas igual que antaño.
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